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Salud

sábado, 23 de enero de 2010

La reconstrucción de Haití y los misioneros del fusil y de la chequera.

La geografía
En Chicago, no hay nadie que no sea negro. En pleno invierno, en New York, el sol fríe las piedras. En Brooklyn, la gente que llega viva a los treinta años merecería una estatua. Las mejores casas de Miami están hechas de basura. Perseguido por las ratas, Mickey huye de Hollywood.
Chicago, New York, Brooklyn, Miami y Hollywood son los nombres de algunos de los barrios de Cité Soleil, el suburbio más miserable de la capital de Haití”
(Eduardo Galeano)

La “Misión Civilizadora” de Estados Unidos en Haití
“Las pandillas están en control ahora” dicen los titulares de algunos diarios amarillistas sobre la desesperante situación en Haití, país que colapsó completamente con el terremoto de la semana pasada[1]. Mientras los medios de comunicación de masas nos alimentan con una dieta de notas histéricas sobre un país supuestamente a merced de bandas criminales que aterrorizan a los pobres ciudadanos y que ponen en peligro los esfuerzos humanitarios de occidente, la realidad bien pareciera ser otra. Cierto es que unos 3.000 reos se fugaron de la cárcel de Puerto Príncipe luego de su colapso, muchos de los cuales, son de bastante peligrosidad habiendo sido formados en la escuela de las pandillas de los suburbios de EEUU. Cierto es que ha habido algunos enfrentamientos con elementos de la fuerza pública y de la ONU debido a la natural exasperación de los ciudadanos que ven la ayuda bloqueada por una red de ineficiencia e indolencia[2]. Estos enfrentamientos, sin embargo, parecen haber sido más bien acotados y restringidos, y aparte de ser perfectamente entendibles en el contexto de abandono absoluto en que se encuentra la población, han sido magnificados por los medios de prensa: el sentimiento que parece reinar en la población es la solidaridad[3].

No creo, en lo personal, que esta histeria mediática sea tan inocente o mero amarillismo. Precisamente en los momentos en que estos artículos ocupan las portadas de la prensa norteamericana y europea, están empezando a llegar en auténticas hordas las tropas norteamericanas del contingente de 10.000 militares del Comando Sur que Obama ha decidido enviar a Haití, supuestamente, como parte de los esfuerzos humanitarios de la “comunidad internacional”. Sin embargo, apenas pisando suelo haitiano el día Sábado 16 de Enero, han comenzado a advertir que su rol podría ir más allá de las labores puramente humanitarias y que, atendiendo el llamado de los haitianos, podrían comenzar a hacerse cargo de la seguridad[4]. Este rol de EEUU en la “seguridad” ya ha sido abiertamente asumido[5], a lo que se suma su control del aeropuerto de Puerto Príncipe, cedido por el gobierno títere de Préval. No sería de extrañarse que esto fuera un primer paso para la ocupación de puertos y otros centros estratégicos de las comunicaciones[6].

Obviamente, todo esto pareciera ser hecho como parte de un esfuerzo internacional humanitario. Es necesario ese pie de fuerza para disciplinar a los salvajes que se matan por un paquete de arroz. Lo cierto es que todas las intervenciones imperialistas se han mostrado desde siempre con ropajes humanitarios. Jamás un gobierno imperial ha ocupado, saqueado o bombardeado un país argumentando el derecho del más fuerte. Haití se encuentra a las puertas de Florida y el corazón del Tío Sam se conmueve de ver tanta barbarie en sus narices. Esto no es algo nuevo: en 1915 también el caos se apoderó de Haití y el “benefactor del Norte” debió intervenir para contagiar un poco de civilización a ese pueblo enardecido. Esa otra intervención “humanitaria” se debió a que, durante una de las frecuentes rebeliones haitianas, el dictador Jean Vilbrun Guillaume Sam debió refugiarse en el consulado francés, desde donde fue sacado por una turba demencial que lo linchó, desmembrándole y llevando en una macabra procesión restos de su cuerpo por toda la capital. Ante tanto horror, los EEUU se vieron llamados a cumplir con su misión “civilizadora”, tras lo cual procedieron a ocupar ese país desde el día siguiente del linchamiento hasta… ¡1934!

Escarbando un poco la superficie de ese relato “oficial” uno encuentra que hay varios elementos que no cuadran con la versión “humanitaria” oficial de la ocupación. Rara vez se menciona, que el dictador linchado era un aliado cercano de EEUU, que en el contexto de la Primera Guerra Mundial, buscaba reforzar los intereses norteamericanos en contra de los intereses de Alemania, país que se habían abierto un importante espacio en Haití, controlando gran parte de su riqueza (comercio, operaciones financieras, etc.). Tampoco se menciona el interés geoestratégico de consolidar su “patio trasero” después de lograr una hegemonía absoluta tras la guerra de 1898 contra España. Mucho menos se menciona que el dictador había ordenado el día anterior de su asesinato la masacre de 167 presos políticos. Tampoco se menciona, que entre las medidas tomadas por la potencia “civilizadora” se encontró el manejo del sistema bancario haitiano, el control de su sistema de aduanas y la imposición de una Constitución en 1919 que permitió la adquisición de tierras en territorio haitiano por extranjeros y otras medidas favorables a los intereses del gran Capital, lo cual pavimentó el camino a la agroindustria de los EEUU. Tampoco se dice que para construir infraestructura se redujo a los haitianos a una forma de esclavitud llamada corvée. Y mucho menos se mencionan los efectos de esta ocupación: la formación de un ejército que desde el retiro de las tropas estadounidenses hasta su disolución en 1995 no se dedicaron a otra cosa que a masacrar civiles y fomentar dictaduras; una economía en extremo atrofiada, moldeada por los más estrechos intereses del capital extranjero; y la creación de un Estado extremadamente centralizado que sentó las bases para la posterior dictadura duvalierista[7].

Todo esto, claro, en nombre de restaurar la “paz y el orden”. Ahora, nuevamente, se sienten llamados a cumplir con su “misión civilizadora”. Nos recuerda la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, que su trabajo no pretende suplantar al gobierno haitiano, sino que a apoyarlo. Sin embargo, decisiones arbitrarias tomadas por las fuerzas de ocupación estadounidenses al mando del aeropuerto, están retrasando la preciosa ayuda humanitaria en lugar de hacer más expedita su distribución, lo que ya ha costado más de una protesta de otros actores internacionales[8]. Dicho sea de paso, mientras se retrasan los aviones con ayuda médica, jamás se ha retrasado uno sólo de los vuelos militares –lo que da una aproximación a la idea de “ayuda” manejada por los EEUU. Sea como sea, esta crisis que permite a los EEUU reforzar su presencia militar en la región Caribe les cae como anillo al dedo, precisamente, cuando han reactivado la Cuarta Flota y convertido a Colombia en una plataforma militar de alcance hemisférico.

Por otra parte, no son solamente los EEUU los que se sienten llamados a “civilizar” a Haití. De un tiempo a la fecha, todo el mundo se cree con derecho a esta tarea. Pero aún están aquellos que dividen las ocupaciones militares, de manera un tanto maniquea, entre las ocupaciones “buenas”, a cargo de la ONU, y las ocupaciones “malas”, a cargo de EEUU. No podemos olvidar que Haití es un país que está bajo ocupación militar desde el 2004, bajo una misión de cascos azules conocida como la MINUSTAH, cuyo supuesto objetivo era estabilizar a Haití luego del golpe de Estado en contra del presidente Jean Bertrand Aristide[9]. Esta misión de la ONU ha fracasado en “estabilizar” a Haití, pero ha sido bastante exitosa en consolidar el predominio absoluto de una minúscula oligarquía nacional neo-duvalierista[10], en establecerse como el ejército de facto de la dictadura post-golpe, en asesinar a opositores del régimen, en aterrorizar cualquier forma de protesta y en incurrir en toda clase de abusos en contra de la población local, incluidos numerosos casos de abuso sexual[11]. También esta misión ha demostrado ser bastante ineficiente a la hora de realizar tareas humanitarias, como lo demostró la pasada temporada de huracanes[12]. Es para nosotros una incógnita entonces saber en qué medida puede representar una “ayuda” al pueblo haitiano el anuncio de 3.500 nuevos efectivos de MINUSTAH hecho por Ban Ki Moon (2.000 soldados y 1.500 policías)[13]. Al hambre de pan, parece que es buena la dieta de plomo. Se sigue, de esta manera, con la misma lógica de tratar al pueblo haitiano como si fuera un perro hidrofóbico que hay que mantener a raya.

La “Misión Humanitaria” de los Organismos Financieros Internacionales en Haití
Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha anunciado que facilitará U$100.000.000 a Haití[14], con palabras que también nos dan a entender que ellos igual sienten una suerte de “misión” para con Haití. Pero (y en estas cosas siempre hay un pero) estos fondos se sumarían a la deuda que Haití ya tiene acumulada con ese organismo y aún no están claras las condiciones que se exigirán a Haití a cambio de este préstamo, las cuales en el pasado han incluido congelamiento de salarios en el sector público, programas de austeridad como mecanismo de control inflacionario y aumento en el precio de servicios como la electricidad, entre otros[15].

Es absolutamente inaceptable que se utilice esta tragedia en uno de los países más empobrecidos del mundo para forzar políticas anti-populares o para seguir aumentando su deuda externa, la cual es un jugoso negocio con el cual por siglos se ha extorsionado al pueblo haitiano: Recordemos que entre 1825-1947 Haití fue forzado, mediante la imposición de un embargo y de un bloqueo diplomático encabezado por Francia, Inglaterra y los EEUU, a pagar una indemnización de 90 millones de francos a Francia, que a fines del siglo XIX se llevaba una tajada de nada menos que del 80% del presupuesto nacional. Esta indemnización cubriría los costos de la campaña militar francesa así como las pérdidas de los esclavistas que fueron privados no solamente su propiedad (los esclavos), sino de la posibilidad de ganancias a costa de ellos[16]. Cuando en Abril del 2003 Aristide demandó que Francia devolviera ese dinero robado descaradamente, se enfrentó a la hostilidad y al ridículo por parte del gobierno francés entonces encabezado por Chirac. Ya es hora de tomar este reclamo en serio.

Demasiado es lo que deben estas potencias a Haití, país al que no han dejado de saquear en tres siglos de historia colonial y post-colonial. Tomando en cuenta esta historia, el llamado de Francia a cancelar la deuda haitiana con el Club de París, es a todas luces insuficiente[17]. No basta con sencillamente cancelar la deuda del saqueo. Es además importante hacer un acto de justicia histórica y exigir a Francia la devolución del dinero obtenido mediante esta indemnización fraudulenta.

No podemos, por otra parte, menos que exigir la cancelación absoluta e incondicional de la deuda externa haitiana en todas sus formas, sea al Club de París, al FMI, al Banco de Desarrollo Interamericano (BID) o con cualquiera otra de las instituciones financieras internacionales (que suma alrededor de U$ 1.000.000.000). Esta cancelación debe ser hecha sin imponer ninguna clase de condicionamientos económicos o políticos a Haití: recordemos que este país ya ha clasificado para la Iniciativa HIPC de reducción de la deuda externa a Países en Vías de Desarrollo Altamente Endeudados, pero esto no se ha hecho efectivo pues se pide una serie de medidas neoliberales que aún no se han podido realizar[18]. Un sentido mínimo de justicia, además, demanda que las potencias y organizaciones que han causado la ruina de Haití se comprometan a una ayuda efectiva, sin segundas intenciones, transparente y en base a donaciones, no a nuevos préstamos. No somos tan ilusos como para pensar que esto será logrado sencillamente mediante exhortaciones a la buena voluntad de los poderosos. Por ello es de gran importancia la conformación de grupos efectivos de solidaridad con Haití, que den una mano a las organizaciones populares haitianas que, en el terreno, luchan por un nuevo orden y se mantienen vigilantes para que esta tragedia no se convierta en un nuevo mecanismo para seguir profundizando la dependencia y el neo-colonialismo.

¿Qué clase de Haití queremos reconstruir? Por un Ayití desde abajo y apto para una vida humana digna
Haití está en ruinas. Y esto de mucho antes del terremoto. Ya la “comunidad internacional”, mediante una mortífera combinación de sanciones económicas, chantaje político en forma de préstamos y saqueo abierto, sumado a la MINUSTAH, se había encargado de adelantar bastante esta tarea. Haití es el resultado más dramático de un modelo criminal que se ha implantado a escala global.

Ya hay voces que advierten que Haití debiera convertirse abiertamente en un “protectorado”[19]. Nosotros nos negamos a pensar que este deba ser forzosamente el destino de Haití; nos negamos a creer que el destino de un pueblo valiente, inteligente y plenamente capacitado, deba ser la caridad, el neo-colonialismo o la miseria infrahumana. Haití debe ser reconstruido de los escombros: y eso requiere no solamente de palas mecánicas, asistencia económica o en especias, sino que, por sobretodo, visión política. Exactamente ese el terreno en el cual se libra la disputa entre los dos proyectos de Haití que vienen viviendo una lucha declarada de más de medio siglo: entre aquellos que quieren un Haití construido a la medida de su pueblo, y los que quieren un Haití construido a la medida de un capitalismo rapaz, representado en sus agentes nacionales y transnacionales.

El pueblo haitiano y los pueblos que nos hacemos solidarios de él, no podemos menos que enfrentar a los que quieren utilizar la tragedia para reconstruir al Haití de la ocupación militar, para reconstruir al Haití de las “maquilas” y de los campos desolados, al Haití donde se comen galletas de barro y donde los
makoutes
[20] todavía son amos y señores de las calles en las principales ciudades. No queremos reconstruir el Haití del turismo sexual, ni el Haití de la oligarquía neo-duvalierista, ni el Haití del analfabetismo crónico. Ni tampoco nos interesa el Haití donde los niños mueren antes de ser hombres o mujeres por toda clase de enfermedades previsibles. Ese Haití es el que quieren reconstruir los misioneros del fusil y la chequera. Ese Haití, el Haití que describe la demencial “geografía” de Eduardo Galeano, ojala quede sepultado para siempre. El Haití que queremos construir junto al pueblo de Haití, se resume en las propuestas mínimas entregadas desde Haití por el compañero Camille Chalmers de la Plateforme Haïtienne de Plaidoyer pour un Développement Alternatif (Plataforma Haitiana por la Defensa de un Desarrollo Alternativo, PAPDA):

*Superar el analfabetismo (45% de la población)
*Construir un sistema efectivo de educación pública, gratuito y que respete la historia, cultura y ecosistema de nuestro país
*Superar la crisis ambiental y recuperar las 30 cuencas haitianas con participación masiva de la juventud y de voluntarios internacionales
*Construir un nuevo sistema de salud público que enlace la medicina moderna y tradicional y que pueda ofrecer calidad, servicios primarios al alcance del 100% de la población para vencer la mortalidad infantil, la desnutrición, y la mortalidad materna (actualmente de 630 mujeres de cada 100.000 nacimientos)
*Reconstruir una nueva ciudad, basada en una lógica diferente: urbanización humana y equilibrada, respecto por los trabajadores y los verdaderos productores de la riqueza, que se privilegie el transporte público, parques que maximicen nuestra biodiversidad, investigación científica, agricultura urbana, producción artesanal y arte popular.
*Conquistar la soberanía alimentaria basada en una reforma agraria integral, priorizando las inversiones en agricultura que respeten al ecosistema, la biodiversidad y las necesidad así como la cultura de las mayorías.
*Destruir los vínculos de dependencia con Washington, la Unión Europea y otras formas de imperialismo. Abandono de políticas emanadas de diferentes versiones del Consenso de Washington. Romper los vínculos con las Instituciones Financieras Internacionales y son sus programas: ajustes estructurales, el Documento de Estrategia sobre Crecimiento y Reducción de la Pobreza, los documentos sobre estrategias de reducción de la pobreza, la Iniciativa HIPC (Países en Vías de Desarrollo Altamente Endeudados) y las iniciativas sobre países en post-conflicto.
*Expulsión de la MINUSTAH y la creación de brigadas de solidaridad de pueblo a pueblo.[21]
No es demasiado pedir, y los haitianos merecen esto y mucho más. Conquistarlo, es tarea del movimiento popular haitiano que debe decidir francamente y sin sectarismos sobre una plataforma de lucha común incluyente. Solamente el mismo pueblo haitiano puede ser capaz de conquistar nuevamente su liberación y construir así un destino mejor, un nuevo Ayití*, desde abajo y hacia el pueblo. Reconstruir Ayití para su pueblo y no para los capitalistas. Y nosotros, en el movimiento solidario internacional, estaremos siempre dispuestos a apoyarlos con nuestras manos solidarias.

José Antonio Gutiérrez D.18 de Enero del 2010


*Ayití es el nombre de Haití en la lengua propia de los haitianos, el kreyol.

[1] Ver por ejemplo http://www.infobae.com/mundo/495896-101275-0-La-violencia-se-apodera-las-calles-y-complica-la-ayuda Artículos como este se han reproducido por millares.
[5] “US Troops to Help Haiti’s Security, Aid Flows in” Andrew Cawthorne & Catherine Bremen, Reuters, 18 de Enero, 2010.
[7] Ver Renda, Mary, "Taking Haiti", University of North Carolina Press, 2001, p.10; ver también Trouillot, Michel-Rolph, "Haiti: State Against NAtion", MR Press, 1990, pp.100-101 y Dupuy, Alex "Haiti in the World Economics", Westview Press, 1989, pp.131-133.
[10] Los Duvalier fueron la dinastía de dictadores que rigieron Haití en el período 1957-1986. [11] http://www.anarkismo.net/article/7616
[13] “Haiti Aid Security Boosted as Looters Swarm”, Andrew Cawthorne & Catherine Bremer, Reuters, 18 de Enero, 2010.
[16] Ver Dupuy, op.cit., p.94
[20] Makoutes son los agentes secretos creados por Duvalier.

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